martes, 21 de junio de 2011

Recuerdo del Padre Pablo Ferreyra.-


No sé por dónde empezar. Quizás la mejor forma hubiese sido tratar de dormir. Pero la cuestión es que aquí estoy sentado con el torso desnudo, con un vaso de Pepsi (que probablemente haya sido la responsable de de truncarme el sueño), un par de tazas de café, malta y te negro a mi derecha, vacías por cierto, el mate viejo de la tarde, su fiel compañero el termo de Playadito y delante un montón de cuadernos de espirales a medio escribir. Desde hace más o menos tres días tuve la triste noticia de la partida del Padre Pablo Ferreyra. Dejó este mundo habiendo dado tanto y debiendo dar tal vez más. No puedo explicar la tristeza que me ha inundado el corazón. Ha sido un torrente de incomprensión, de resentimiento hacia una realidad injusta, que no deja de hostigar a las mis emociones. Realmente las personas no son de fierro y los “héroes de carne y hueso” que quedaron a la espera de alguna edición hacen una excepción apoyando una mano en estas líneas. Un hombre fuerte, decidido, sumamente humano e incapaz de juzgar a nadie ha partido a mejor vida y no ha dejado un hermoso recuerdo a pesar de su temprana despedida. Siento la necesidad de recordarlo como una persona que dedico su vida a Dios y a la gente desde sus inicios en Formosa, mas precisamente en Clorinda y Laguna Blanca hasta su deceso en la Iglesia de Nuestra Señora de la Merced en la Ciudad de Corrientes Capital. Al frente prácticamente de dos parroquias e innumerables actividades, que sobrehumanas, supo hacerles frente se ha desenvuelto como un vivo ejemplo de vida y dedicación, de amor y de perseverancia. Quizás no sea el mejor destino, más que injusto, para una persona de 49 años, que oficiaba grandes ceremonias en las misas multitudinarias de sanación que se celebraban en esta iglesia y en la parroquia San Francisco Solana por calle Mendoza al 400. Es difícil imaginarse el barrio sin sus caminatas, algunas de las nocturnas y totalmente fatigado a la enésima potencia, que unían ambas iglesias en las que se cruzaba con los fieles, y con sus grandes amigos. Su único lujo era fumarse un cigarrillito de vez en cuando. Un cura que jamás negó el cuerpo de Cristo a nadie ni se atrevió a emitir opiniones imparciales o tendenciosas ni en asuntos personales y menos aun en asuntos de gran interés social por los cuales era solicitado para dar su palabra. Creo que ha sido una de las pocas personas que han asumido tan seriamente el rol de sacerdote. Ni hablar de la actualidad de sus comentarios o de la flexibilidad que poseía para adaptarse a los nuevos problemas que iba presentando la sociedad con el correr de los años, o su extraordinaria facilidad y disposición para acercarse a los jóvenes. Me faltan palabras para terminar de elogiar a un ser humano con todas las letras que no desperdicio oportunidad para cumplir su cometido religioso, para hacer sentir bien a quienes se cruzaran con él con una palabra de afecto, de serenidad, de liberación, de calma o de sosiego. Fue un gran golpe para la gente que lo conoció, para los que lo apreciaban. Es difícil recorrer la parroquia y no reconocer su presencia, su voz, su tranquilidad, su entusiasta participación cotidiana en las labores que le demandaban su investidura. Este hombre me ha cambiado como tan solo unos pocos han logrado hacerlo. Me ha enseñado algo tan difícil de digerir como la tolerancia seguida del amor, del entendimiento, de la comprensión y de la serenidad. Me ha enseñado a creer que si los "pequeños grandes" proyectos son posibles porque que no arriesgarme a más si de eso se trata la vida, de explotar, según su propias palabras los dones que la vida o Dios como se quiera creer, nos ha dado, a exigirse mas y mas en busca de la realización personal y comunitaria. Nos ha enseñado a creer en nosotros mismos, a no bajar los brazos y a no rendirnos ante las inclemencias naturales de la vida moderna. A pelear por algo aquello que ansiamos e ignoramos su certeza pero que en nuestro interior sabemos que lo queremos real. Estoy satisfecho de haber escrito estas líneas en su honor totalmente cortas para la descripción tan amplia que se merece. Estoy seguro que su presencia estará siempre con nosotros sin importar nuestros defectos, nuestros “pecados”, nuestras actitudes buenas o malas. Estoy seguro que pudo concretar una de sus grandes obras que fue la terminación de la refacción de la Iglesia ubicada en Buenos Aires y 25 de Mayo que tantos años tardaron en concretarse. Por eso, sin más palabras, quería transmitirse ese afecto, ese cariño de padre, de hijo, de amigo que nunca nos animamos a expresar sino en estos momentos en los que las personas faltan pero que están siempre expresables en nuestros corazones.

¡Gracias!







3 comentarios:

Violencia Rivas dijo...

Hola Alejandro, soy sobrina del Padre Pablo y junto cnmigo mi mama, hna del Padre. Hemos leido tus palabras y sentimos que has dicho mas cosas desde el corazon que otros. Describiste a mi tio de una manera que nos llena de profunda admiracion y amor. Gracias por todo lo que expresaste y esperamos que por favor nunca lo olvides. Mi tio va a quedar en la memoria de todos aquellos a quienes conocio y conmovio de alguna manera. Ayudanos a que sus milagros se conozcan y que permanezca presente en todos. Gracias! Laura Segovia y Juana Ferreira.

Jorge Alejandro Favre Niveyro dijo...

Por favor! lo menos que pode haber hecho. A lo mejor no alcance en vida a expresarle mi admiración o a ofrecer mi ayuda en las tantas tareas de la Iglesia (es mas incluso lo imaginaba en 20 0 30 años), pero se que en cada saludo quedo un hermoso recuerdo.
He estado desde entonces en vela por las noches sin poder entender, o al menos imaginármelo. Una persona tan fuerte y alegre. Son cosas que nos toman por sorpresa. Estoy seguro que esta cerca nuestro, al menos así lo siento y si está seguramente apoyándonos de la mejor manera. Un beso grande!

P.D.: Algún día tratare de visitar su ciudad natal.

Anónimo dijo...

realmente recien con mi familia nos enteramos de esta triste noticia ,(hace meses que no visitabamos la parroquia de Nuestra Señora de la Merced) . Sinceramente no podemos creer , era una persona de las mas humildes , simplemente un grande , lo tenemos en nuestro corazon por siempre . gracias padre Pablo !!!